Faltan interminables 15 meses largos para que el peor Gobierno de la post dictadura, se vaya.
Difícil pedir que nos lo tomemos con calma.
Compartiendo que debemos evitar el incendio de la pradera, también debemos evitar que nos vuelvan a empaquetar con algún otro circo mediático, en donde nos vayan anestesiando vaya a saber con qué nueva droga en las redes sociales y sus medios preferidos.
Valoro la capacidad de los tuiteros (cómo llamarlos ahora?) quienes ingeniosamente van lanzando dardos que cruzan a políticos y medios periodísticos. También a quienes explotan a todo tren el Instagram o Tick Tock.
Pero me parece que nuestra señal de identidad está en las calles, y es desde ellas que deberíamos exigir al Presidente de la República que se haga cargo de gobernar, sacando de forma inmediata a todos los corruptos que, designados por él, avergüenzan a toda la ciudadanía de bien.
Por razones de edad, algunos vivimos con estupor el anterior gobierno del Partido Nacional. Svetogosrky, Cambón, Grenno, Ovalle, Braga, Benhamou, las comisiones de la venta del Banco Pan de Azúcar, la recalificación de suelos para prioridad forestal que benefició a familiares de destacados integrantes del Partido Nacional, fueron algunos de los hechos que pusieron contra las cuerdas a Lacalle Herrera. Capítulo aparte el suicidio de Villanueva Saravia, puesto en tela de juicio por propios y extraños.
El electorado, castigó con dureza a los blancos y en la siguiente contienda electoral, el gobierno volvió a manos del Partido Colorado.
Con el Frente, en ascenso inexorable, nos reformaron el sistema electoral y colocaron la segunda vuelta para impedirnos llegar a gobernar el país.
Jorge Batlle dejó la simbología colorada y como había llegado la hora “de votar juntos”, se unieron para dejar el tendal.
Destruyeron el país, el Partido Colorado pasó a esta irreconocible expresión de un diez por ciento del electorado, y tras quince años de maquillajes y cambios estratégicos, recuperaron el gobierno.
Entre Lacalle Herrera y Sanguinetti, fueron elaborando con paciencia de orfebre, este desastre monumental.
Gobiernan saqueando todo lo que pueden.
Por 60 años regalaron el Puerto, al que dejaron de funcionarle en forma sospechosa los controles de los contenedores. Desde Europa nos avisan que en lugar de soja, mandamos cocaína.
Pintaron al Hidrógeno de verde para que parezca ecológico y habilitan el acceso a una de las principales fuentes de agua dulce del mundo en el Acuífero Guaraní.
Debilitaron las empresas públicas, para, con disimulo, volver a privilegiar los negocios con privados.
Crearon el Proyecto Neptuno, para comprar agua a empresas de la construcción. Que tienen ingenio, no cabe duda.
A pocos meses de iniciar este desgobierno, Mauricio Rosencoff nos alertó que nos dirigía una Agencia de Publicidad (al mando de Lafluff, el publicista). Quedó como un acertado slogan de campaña. Sin embargo, los hechos de los últimos días, nos muestran que el cerebro de la Coalición Multicolor, es el bendito publicista.
El Monje Gris, instalado en la oficina del Presidente. El que mueve los hilos del Gobierno. La verdadera mano derecha y cerebro de Lacalle Pou. El que cita en el garage del Edificio de Presidencia a Carolina Ache y Guillermo Maciel, para tapar el vínculo con el principal narcotraficante de Sudamérica, Sebastián Marset.
Hacer una lista de los impresentables que fueron renunciando, o haciendo renunciar, ocuparía varias páginas.
Simplemente cabe recordar que la Vicepresidente Beatriz Argimón, amenazó a Fernando Cristino de modo mafioso, y nada pasó.
Que Astesiano acordó con la Fiscal Fossatti una versión moderada de prisión y quedaron sin analizar todas las comunicaciones que involucraban a Lacalle Pou.
Que se ordenó espiar a la mismísima Lorena Ponce De León, esposa del Presidente de la República, y nada pasó.
Que se ordenó espiar a Bergara y Carrera a ver si le encontraban algo para que retiraran la denuncia por la estafa del Puerto, y nada pasó.
Que para octubre de 2024, van a poner a un falso Colono como Alvaro Delgado, y nada pasó.
Le han mentido a cara descubierta en cada interpelación a la ciudadanía toda. Alterando cifras de delitos, engañando sobre la trama de los pasaportes. Se nos ríen en la cara.
El Partido Nacional, sin excepciones, es un insulto a la Democracia.
Y los que acompañan esta sinvergüenzada, provocan tristeza.
Ver al Ministro de Trabajo Pablo Mieres, dibujar su apoyo y confianza al Presidente de la República, nos hace recordar a los inolvidables Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes cuando cantaban “Tristeza nâo tem fim”.
Ruben Villaverde
