Un día si y otro también la gente nos para en nuestras recorridas y nos dice: Ya no queremos ni más segundo ni cuarto piso. No más Astesiano, ni ventas de pasaportes a narcos. Lo que el pueblo pide es menos piso y más llanura, señor Delgado.
En los últimos meses, los titulares de los diarios han estado plagados de escándalos que minan la confianza en nuestras instituciones y en los líderes que se supone deben guiarnos con integridad. Uno de los casos más sonados es el de Alejandro Astesiano, jefe de seguridad del presidente Lacalle Pou, envuelto en una trama de venta de pasaportes a narcotraficantes. ¿Cómo puede alguien con semejante responsabilidad estar tan profundamente involucrado en actos ilícitos?
Pero el problema no se detiene ahí. Las esferas más altas de toda la coalición de partidos han estado involucradas o sido manchadas por los distintos escándalos que salpicaron al gobierno. Estos escándalos no solo deterioran la imagen del gobierno, sino que también socavan la confianza de los ciudadanos en el sistema político. La percepción de que los cargos altos del gobierno están más preocupados por sus propios beneficios que por el bienestar del país es una sombra que se alarga sobre la administración de Lacalle Pou.
Delgado ha demostrado ser un experto en navegar entre los pisos del poder, pero lo que necesitamos es alguien que camine con nosotros en la llanura, cara a cara con la realidad del pueblo. La gente en las calles ya no quiere más pisos de poder, más jerarquías que solo parecen servir para ocultar tramas corruptas y desvíos de dinero. La demanda es por transparencia, por una política de cara a la gente, una política llana y honesta.
Hemos llegado a un punto donde la frase «menos piso y más llanura» no es solo un eslogan, sino un grito desesperado por un cambio real. Queremos un gobierno que esté al nivel de los ciudadanos, que entienda sus necesidades y que no se eleve sobre ellos para esconder sus propios errores.
No más pisos de poder, no más corrupción.