El homicidio de Valentina, con gran dolor, vuelva a desnudar nuestra responsabilidad social y deja cada vez más expuesta que las familias, el barrio, los centros educativos, la policía y la Justicia estamos llegando tarde a los femicidios, los maltratos, los abusos y la violencia.
La sufrida madre de Valentina, cuando supo que su hija para ayudarlo seguía viendo ocasionalmente al asesino, el 1° de julio hizo una nueva denuncia en la policía que dio traslado de esta al Juzgado de San Carlos. Para sumar a la vergüenza nacional que provoca este femicidio, la denuncia de la madre de Valentina al homicida por ejercer reiterados maltratos y violencia hacia su hija, fue recibida por la justicia que insólitamente no se comprometió con el grave conflicto existente. Lo único que hizo el juzgado fue intimar a los padres de ambos a cumplir los deberes de a la patria potestad, e intimar a los menores, exigiéndoles lo imposible: que tengan buena relación. Horrible desidia que terminó con el asesinato de Valentina asfixiada en la arena de la playa brava en Punta del Este por su exnovio, Santino.
Ninguna alerta funcionó y él la mató desde esa lógica machista y violenta consagrada en la frase ella es “mía o de nadie”.
El femicidio de Valentina también es una horrible señal social que desnuda que más allá de los discursos, seguimos educando varones adictos al deseo de posesión absoluta de la mujer: a «ganar» siempre no importa a qué ni para qué; y a silenciar con violencia todos los NO.
Hablemos más y mejor en todos los hogares. También urge implementar todas las medidas de protección legisladas para rescatar a las mujeres y niños de la violencia de género y el maltrato infantil.
QEPD
