La inseguridad es un problema de larga data en nuestro país que con los años se acentúa y se agrava cada vez más. En el marco de la campaña electoral pasada escuchábamos al actual Presidente dar cuenta de “brillantes” postulados y soluciones que a no han sido más que un montón de frases seductoras que en el ejercicio efectivo de las responsabilidades carecieron de contenido, rumbo y eficacia.
Es el problema ocurrente y permanente que ha tenido este gobierno: la imposibilidad de cumplir las promesas electorales. Todo lo cual nos lleva a pensar que durante la misma se tomaron los problemas más sensibles y complejos de nuestra población, se los exploto discursivamente, pero jamás fueron tenidos en cuenta realmente. Es decir, no había más que vacío y desidia, no lo decimos nosotros, los hechos hablan por sí solos.
Hoy, ya casi terminando el periodo de gobierno, se nos hizo costumbre escuchar en la radio, leer en el diario o ver en el informativo cada pocos días que en un lapso de 24hs asesinan a 5 personas. Pero además, cada 15 días nos chocamos con la cruda realidad de que en nuestro país muere un menor como consecuencia del crimen organizado. Aún más, en el interior estas situaciones eran lejanas, no se padecían más que esporádicamente, como una verdadera excepción. Hoy ya no es así, hoy la gente del interior no es ajena, lo vive, lo padece, lo sufre y lo llora.
No es esta una realidad nueva, es una realidad que se acentúa y se profundiza con el tiempo y el desafío siempre estuvo sobre la mesa. No se encontraron con esto en el primer día de gobierno, pero si que han elegido no mirarlo, no hacerse cargo. La realidad, pro si misma, es grave pero se acentúa mucho más si quienes están al frente de las responsabilidades no tienen rumbo, no tiene dirección y permanecen bajo sospecha de tener vínculos cercanos con quienes, en teoría, deben reprimir.
En gran medida esto nos sucede porque las grandes problemáticas se usaron como un motín de campaña, sin respeto, sin responsabilidad discursiva, subestimado la realidad y desde la más absoluta soberbia. Y cuando la soberbia les aconseja, cuando la responsabilidad siempre es de otro y nunca termina de asumirse la realidad puede más. Que la realidad pueda más significa que la vida no está garantizada en este país, que muren 5 personas en 24hs y no hay quien asuma una responsabilidad, aceptar sin más que en este país cada 15 días muera un niño o niña, que el interior pierda para siempre su identidad.
El Uruguay no se merece semejante desapego a la vida, no nos merecemos la sangre derramada, ni las balas a cualquier hora, ni el miedo latente de no volver a abrazar a un ser querido. Nos merecemos políticos que nos respeten, que amen a este país y que no lo utilicen como un mero asenso económico y la perpetuidad de sus privilegios. Las nubes pasan, ellos quedan y nuestra vida no es un canje.
Antonella Paolino.